El mito del mensajero no tardó mucho en desplomarse en mi primer año de periodismo, quizás fue en la primera o segunda trepidante semana de clases. Estaba ansiosa por comenzar mi nueva vida como estudiante universitaria, para iniciar el camino que culminaría con mi ansiada profesión; sinceramente, no encontré más que teoría. No obstante, llegué a la conclusión de que esta era indispensable para el correcto desarrollo de mi profesión y evitar errores futuros. Al principio todo parecía una tormenta de ideas, pero poco a poco cada concepto era asimilado y relacionado de forma lógica con el anterior. Cada asignatura cobraba sentido dentro del puzzle de la comunicación y las ideas básicas y las teorías de la comunicación se repetían de forma sistemática en la mayor parte de ellas. Hago referencia a este contexto porque tengo que volver a determinados conceptos de Construcción periodística de la Realidad que me permiten desarrollar mi postura ante la función de los medios como instrumentos de socialización.
Los medios y periodistas no son simples emisores y notarios de la realidad, sino como expresó Walter Lippmann: “Los medios construyen la realidad”. Por lo tanto, un periodista no puede refugiarse en el mito del mensajero. Este mito presenta al periodista como simple mensajero, es decir, recoge la información y la lleva al receptor, sin conocer el contenido de la caja o sobre (canal) donde se transporta la misma. Podría ser la teoría perfecta para permitir que el periodista transmitiera la información que deseara, más o menos acertada, y eludiera sus responsabilidades sobre la información publicada. El periodista construye la realidad y es responsable de las informaciones que difunde: capta desde un punto de vista una pequeña parte de la realidad, le da forma, resalta aquello más destacado y la difunde. Este simple proceso es la muestra de la subjetividad que es imposible dejar atrás en el proceso de la construcción periodística y destaca la importante labor del periodista en la sociedad. Una labor minusvalorada en numerosos medios de comunicación que dan mucha importancia a la opinión de colaboradores oportunistas que salen a la palestra en programas denigrantes en los que valores como la ansia de dinero o fama se anteponen a la propia dignidad de los personajes.
