domingo, 15 de mayo de 2011

Análisis 'Sinatra está resfriado' de Gay Talese

La revista Esquire encargó en el año 1965 a Gay Talese un perfil sobre la vida de Frank Sinatra que se convertiría, según los editores de esta revista, en “la mejor historia jamás publicada en Esquire”. Fue justo en ese mismo año cuando abandonó el diario The New York Times, donde se encontraba algo encorsetado, e inició una nueva andadura como buscador de historias. Ya, desde esa primera historia en el ‘Times’ al hombre encargado de las bombillas, que desde lo alto de un edificio mostraban a los viandantes los principales titulares del día, se pudo olfatear su precisión con los datos y su astucia con las palabras. Ese chaval que con veinte años buscaba trabajo en el diario de referencia norteamericano había evolucionado y quería migrar al género ‘rey’: el reportaje. Un género que requería investigación, documentación, implicarse en aquello que se pretende contar y no una limitación de ‘x’ columnas y líneas.

Su talento tuvo la oportunidad de relucir con el encargo de este reportaje que fue todo un reto. Frank Sinatra no quería ofrecerle una entrevista, estaba enfadado con los periodistas que hablaban sobre su vida sentimental y su vinculación con la mafia, le preocupaba su próxima aparición en la NBC; al parecer le pesaban esos casi 50 años de vida. No se sentía cómodo con los medios y no se involucró en la realización de su propio perfil. Talese tuvo que afinar su sentido de la observación, la contemplación del personaje, leer entrelíneas, ponerse en contacto con las personas que le rodeaban y convertirse en su sombra. Esto le llevó a Talese tres meses de trabajo y a la revista Esquire cerca de 5.000 dólares para poder llevar a cabo este artículo.

Con la publicación de la obra The New Journalism de Tom Wolfe en 1973 el perfil de Talese fue analizado y estudiado desde esta perspectiva, y no es de extrañar porque el autor utilizaba las características que Wolfe definiría con este término. Se asemejaba a los escritos de Wolfe por sus narraciones en tercera persona, el uso de escenas y diálogos que eran más propios de la ficción y muy extraños en periodismo. Sin embargo, Talese rechazó su vinculación con esta corriente por la posible conexión entre el ‘nuevo periodismo’ y la inexactitud con los hechos. Sus comienzos en The New York Times le imprimieron una comprobación y veracidad de los hechos que consideraba corrompidos en esta moderna corriente.

‘Sinatra está resfriado’ es un retrato original de uno de los personajes más importantes del momento, aunque también refleja las preocupaciones de Frank Sinatra en ese preciso instante y que ya hemos explicado al comentar que Frank Sinatra no colaboró en la realización del perfil. Aparece en el segundo párrafo del trabajo de Gay Talese: “Harto de toda la publicidad que había rodeado sus encuentros con Mia Farrow, la jovencita de veinte años que esta noche no había aparecido todavía; estaba enfadado porque el documental televisivo sobre su vida, hecho por la CBS, y que se proyectaría dentro de dos semanas, según se murmuraba, se metía con su vida privada en incluso especulaba sobre su posible amistad con jefes de la mafia; y preocupado también por su papel de estrella en un show de la NBC”.

El reportaje es la combinación perfecta entre las escenas que el personaje vive en el presente –siempre contadas en tercera persona- y una serie de idas y venidas hacia el pasado que narra sin ningún tipo de orden cronológico. El autor recoge, gracias a numerosos testimonios y su presencia en los lugares donde se encontraba el artista, un recorrido del artista desde su infancia hasta sus cercanos cincuenta años y hace una descripción perfecta de Frank Sinatra. Sin embargo, no solo retrata a Frank sino también a las personas que le rodeaban.

Una de las características del nuevo periodismo es la descripción de las escenas de las que ha de participar el propio periodista y aunque Talese reniegue de esta corriente, utiliza sus formas de una manera majestuosa. Se podría organizar el relato en ocho escenas, unas más estáticas que otras. Estas escenas sí se suceden de forma cronológica, pero empiezan a ramificarse con forme nos adentramos en ellas en otros datos de la vida del personaje como biografía, momentos del pasado del artista o la descripción de familiares y amigos. Parecen fotografías fijas a partir de las cuales se desarrolla una historia. Sin olvidar la inclusión de diálogos, extraño recurso periodístico del momento, y letras de las canciones de Sinatra.

Una de las escenas más estáticas es la primera: “Con un vaso de bourbon en una mano y un pitillo en la otra, estaba de pie, en un ángulo oscuro del bar, entre dos rubias atractivas aunque algo pasaditas, sentadas y esperando a que dijera algo. Pero Frank no decía nada. Había estado callado la mayor parte de la noche y ahora, en su club particular de Beverly Hills, parecía aún más distante, con la mirada perdida en el humo y en la penumbra, hacia la gran sala, más allá del bar, donde docenas de jóvenes y parejas estaban acurrucadas alrededor de unas mesitas o se retorcían en el centro del piso al ritmo ensordecedor de una música folk que atronaba desde el estéreo”. Este ambiente que describe es donde se sitúa la primera parte del reportaje. Desde este escenario realiza una perfecta definición del personaje y nos adentra en los pormenores de su actual situación y nos hace un balance de su vida sentimental: sus matrimonios y sus divorcios y su relación con sus hijos.

A esta escena siguen otras siete más en las que se producen los mismos saltos temporales, una original forma de presentar los acontecimientos dándole esa vitalidad que ofrece jugar con el presente y el pasado. La segunda escena es de la mañana siguiente a la de su club privado y en ella Talese presenta al agente de prensa de Sinatra, un personaje que parece preocuparse más por Sinatra que por el mismo y que si no hay de qué preocuparse él se lo inventa. Es una escena muy rápida que en seguida da paso al primer día de grabación de un programa que la NBC ofrecería la noche del 24 de noviembre. Pero Sinatra seguía resfriado y su voz no sonaba bien, por lo que deciden aplazar la grabación. El desarrollo de esta escena es corto, sin embargo, pronto empieza el autor a divagar de forma desordenada por los matrimonios de Sinatra con Nancy y Ava Gardner, su relación con sus hijos, su nacimiento, su infancia en un barrio marginal de italianos, su relación con su madre… “El único hijo de Dolly, bautizado Francis Albert Sinatra, nació y por poco se muere el 12 de diciembre de 1915. Fue un parto difícil y durante sus primeras horas en la tierra recibió unas señales que llevará hasta la muerte: las cicatrices del lado izquierdo del cuello fueron el resultado de la torpeza del médico al usar los fórceps. Sinatra decidió no borrarlas con la cirugía estética”, así empieza un repaso biográfico de Sinatra desde su nacimiento hasta alcanzar la fama, esta vez sí con un orden en la narración de los acontecimientos.

La siguiente escena comienza con la visualización del reportaje de la CBS en casa de su exmujer y con la compañía de sus dos hijas; y podría alargarse hasta las reacciones más inmediatas del video en los pasillos de la NBC donde Frank acude a grabar de forma definitiva su programa del 24 de noviembre. El programa se graba finalmente tras las dificultades de la primera jornada en plató y para celebrarlo Sinatra y sus fieles amigos pasan dos días intensos y excitantes en las Vegas donde acuden a un combate de boxeo, comienza aquí otra de las escenas. La siguiente es el momento de la grabación de las últimas tomas de esa película de la que Sinatra estaba aburrido, que da paso a otra escena de la grabación de su disco. El relato concluye con una escena que rompe con la dinámica realista de todo el relato: ¿ficción o realidad? No podemos saberlo, aunque al introducir el pensamiento del protagonista de la historia podemos deducir que hay algo de invención.

Además de esta clara división por escenas observamos otras dos pautas frecuentes en todo el texto: el uso de diálogos y la descripción de las personas del entorno de Sinatra.

“-¿Por qué no grabamos es matriz?
Hemión no contestó. Posiblemente el interruptor estaba desconectado. Era difícil averiuarlo a causa de los reflejos oscuros que las luces producían en los cristales.
-¿Por qué no nos ponemos chaqueta y corbata –siguió Sinatra, que en ese momento llevaba un jersey amarillo de cuello alto- y grabamos esto?”

Este es uno de los ejemplos en los que se reproducen de forma literal las palabras de Sinatra o alguna de las personas que continuamente le rodeaban. Con respecto a la descripción de otras personas, Talese se encontró con la dificultad de no poder entrevistar al protagonista, dificultad que salvó realizando entrevistas a las personas del séquito de Frank Sinatra que se ofrecían. Esto que en un principio pudo parecer una dificultad para la elaboración del perfil, luego se convirtió en una coyuntura positiva, ya que facilitó un punto de vista innovador, una vuelta de tuerca a la historia. De las situaciones adversas de la vida surgen las ideas más creativas y rompedoras. En este caso, Talese pudo presentar una historia que ofrecía un perfil de un personaje a través de los ojos de sus personas más allegadas. Además, el autor incluye en su obra la relación de ellas con Sinatra. Aparecen las descripciones de Brad Dexter, Jim Mahoney (agente de prensa de Sinatra), su hija Nancy, su padre Martin Sinatra, su madre Dolly Sinatra, Frank Sinatra Jr., su segunda exmujer Ava Gardner o George Jacobs (un asistente personal).

Talese consigue con esta historia, que tanto esfuerzo le supone, el efecto deseado y hace una magnífica descripción de la personalidad del cantante. Sinatra es definido como una persona de extremos: “O todo o nada”, no hay para él medias tintas. Esto obliga al autor a hacer antítesis en el texto. Presenta a Sinatra como un hombre viejo y joven: “No se siente viejo. Hace que los hombres viejos se sientan jóvenes”; y por otro lado: “Tenía los nudillos hinchados y los dedos tan rígidos por la artritis que los doblaba con dificultad”.

Pero esta no es la única contradicción de personaje: “La característica más saliente de la cara de Sinatra son sus ojos azules claro, vivos, unos ojos que en el espacio de un segundo pueden volverse fríos de rabia, o brillar de afecto, o, como ahora, reflejar un vago recogimiento que mantiene a sus amigos callados y a distancia”. Muestra el interior del artista como una continua lucha entre la agresividad o rabia incontrolada, y su amabilidad y humildad. “Por un lado está el hombre cordial […] por otro, el que saluda con la mano o inclina la cabeza a sus paisanos más próximos. […] es capaz de estallar en menos de una hora en un ataque de rabia si alguna cosa hecha por sus paisanos no encuentra su aprobación”.

Sinatra era una persona que siempre llevaba a su séquito: “No olviden una cosa. Él es Sinatra. El amo. Il padrone, el padrino”. Una persona fuerte, de gran carácter y ambiciosa que siempre quería crecer en la vida. Pero también una persona con miedo a la soledad y así habla el autor con respecto a su segundo matrimonio: “Ava quería a Frank, pero no tanto como él la quería. Él necesita mucho amor. Lo quiere durante las veinticuatro horas del día; necesita gente a su alrededor. Frank es así”. Por ese motivo conserva a su mismo grupo de amigos: “Cuando Sinatra se sienta a cenar, sus fieles amigos están cerca; y dondequiera que esté, por muy elegante que sea el lugar, sale siempre a relucir algo sobre el barrio, porque Sinatra, aunque haya llegado muy lejos, sigue siendo el chico de barrio”. Un personaje complejo, enigmático, de contrastes, del que todos quieren estar cerca, pero a la vez distante.

El reportaje se elabora en el momento en que parece decaer el artista, sin embargo la historia acaba con final feliz: “El resto del mes fue claro y templado. La sesión de grabación había sido magnífica; la película estaba terminada y los espectáculos televisivos estaban terminados”. Y es que a pesar de esa época en que parecía que los jóvenes lo inundaban todo protestando y reivindicando o la aparición de los Beatles, Frank Sinatra sobrevive como un fenómeno nacional, un producto que aguanta con el tiempo, según palabras del autor. Quizás ni siquiera fue un bache, simplemente un resfriado: “Era víctima de un mal tan común que la mayoría de la gente lo hubiera encontrado insignificante. A él, en cambio, lo precipitaba en un estado de angustia, de profunda depresión, de pánico o de furor. Frank Sinatra tenía un resfriado”.

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